16 de abril de 2008

Bertoni



-"A mí me gustaban mucho unas revistas que se llamaban Vidas ejemplares, que son vidas de santos. ¿Por qué me gustaban? Me gustaban más que el Flash Gordon… Yo tenía un profesor de religión en el colegio, un cura que además era el profesor de matemáticas, yo lo detestaba. Sin embargo, me acuerdo de haber salido metido de clases de religión, porque el huevón no podía soslayar absolutamente algo que no sé qué es, aunque sé un poco más ahora: obviamente algo me atraía ahí. Es algo no elegido. En el arte creo que pasa harto eso: en la medida en que algo es legítimo, tú no eliges las huevadas, ellas te eligen a ti. Eso es súper claro. No es que salgo del liceo, tengo una inteligencia tal, una sensibilidad, el ojo más o menos equilibrado y qué hago, ¿escribo, hago monos, hago fotografía, pintura? Yo nunca me propuse hacer ninguna de esas cuestiones. Tuve la necesidad. Me acuerdo que la primera polola que tenía, un día la vi en pelota y me dije ¿cómo guardo esta huevada? ¡Foto! Así empecé a hacer fotos, pa’ guardar esa cuestión. La necesidad que tengo con la literatura es lo mismo. Me acuerdo clarísimo que a los 16 años, estaba en el colegio, fui a unas conferencias que daba Braulio Arenas sobre el surrealismo: el surrealismo pa’ mí fue importantísimo, sobre todo porque ellos ponían el énfasis en lo que dijo Rimbaud, vivir de otra manera, cambiar de vida; se trata de vivir de una manera poética, y está lo que decía Lautréamont, la poesía debe ser hecha por todos: la poesía es una praxis, no se trata de escribir poemas, ponerlos en un libro y vivir como un concha de su madre, o pasarse las horas como un imbécil todo el día. Y me acuerdo haber ido a este curso de Braulio Arenas y haber salido de allí en la tarde, unos atardeceres con una luz amarilla que es como aceite, super acostada, y haber sentido literalmente que te rebalsas del sentimiento de lo que te está pasando. ¿Y qué haces con eso? ¡Escribir! Yo podría no haber hecho ninguna maldita huevada, o haber gritado, qué sé yo, pero escribo. O la música, que es un asunto que yo lo suspendí y es la gran frustración de mi vida: por huevón que me pase. También por cueva nací en un lugar donde había libros, donde pude comer, donde me educaron, y no en una población donde me daban unos patos de vino blanco, empezaba con la pasta base a los 11 años, mi mamá era puta y mi viejo imbécil. Porque ahí otro gallo hubiera cantado, y eso es lo más horroroso de esas situaciones: si Einstein hubiera nacido ahí, o Hölderlin, o el mismo Mozart, se hubieran ido a la chucha".

(Extracto de una entrevista publicada por la revista Pluma y Pincel del año 2004, reproducida aquí)