15 de junio de 2009

Política: Me vuelvo mono


No es que me haya politizado, pero el tema me interesa mucho. La semana pasada, almorzaba con un amigo y en un momento nos dedicamos a categorizar el carácter de cada generación vigente hoy, según sus dilemas existenciales.
Los que hoy ostentan cargos de poder, vacas sagradas que rondan los 45 y más, tuvieron que enfrentar la dura encrucijada entre el Venceremos y el Venderemos. Gran parte no tuvo reparo en dar el gran paso entre uno y otro. Los resultados morales de eso dan para otro tipo de reflexión. Luego vinieron los años del oscurantismo cultural, la deprimente Era Pinochet. De allí salimos dos generaciones. Los primeros también enfrentaron el dilema de venderse o no venderse, pero en un contexto más liberal. De allí salieron personajes y obras muy, muy paradigmáticas. Después vinimos nosotros. Los que no teníamos uso de razón para el golpe del 73, pero ya existíamos. Los que cumplimos 18 y nos dieron de regalo la democracia. Usualmente somos un rollo con patas. Afiebrados e ignorantes, muchos. Desquiciados e inescrupulosos otros. Geniales pero excluidos, gran parte. Discretos y tristes, hartos. Somos la generación que un obispo categorizó como depositarios (¿responsables no imputables?) de la crisis moral. Puede ser. A mucha honra, diría yo.
Y después vienen los cabros nuevos. Los que pasaron a la adultez en la última década. Son generaciones sin prejuicios, sin cargas extra. Son nativos digitales. Muchos no votarán. Pero los que lo harán, no se comprometen ni por un lado, ni por otro. Esperarán a decidirse cuál les tinca más, cuál los convence, les cae mejor.
Nunca creí eso de la generación del "No estoy ni allí". Siempre tuve la impresión de que era un intento por neutralizar la opinión joven. De ningunear.
Hoy, la política cambió tan rápido como la industria de la música. Ambas casuísticas tienen mucho, mucho vaso comunicante. El primero de todos, el más sintomático, es que los que estaban dentro de ambos sistemas, nunca se dieron cuenta del giro radical en el panorama.
Hoy, da pena ver que los políticos no se enteren que las redes sociales no son para exhibirse, sino para SOCIALIZAR. Que no hay mucha empatía en los candidatos con las bases, con el electorado. Que no se dan cuenta que las cámaras de TV dejaron de ser un espejo, para convertirse en una ventana que deja ver todo.
La crisis de liderazgo en los nombres que hay dando vuelta para las elecciones de diciembre es dramática. ¿Que va pasar con este país?. ¿Elegiremos bien? ¿Elegiremos lo menos malo?.
Esto se pone bueno.
¿O peor?