2 de junio de 2009

En busca del templo perdido.


Suena heavy pero no es tanto. Estoy leyendo En busca del tiempo perdido (Por el camino de Swan). Sucede que llegué a una casa llena de buenos libros y una de las primeras cosas con que chocaron mis dedos intrusetes fue con una copia en papel roneo de esto que, me dicen, es la joya de Proust.
Hay gente que mete miedo con Proust. Dicen que anda por ahí con el Ulises de Joyce en lo intrincado e inasible.
Pero si uno ha dejado su mente vagar alguna vez con libertad psicodélica, va a entender que lo que no está hecho para pensarse tiene que sentirse. No way. O mejor dicho: There's no other way.
En el prólogo, alguien menciona que la estructura dramática que Proust usó en este libro es un un rosetón, donde los fragmentos sensoriales, detallistas, confluyen en un centro: la memoria. Este es un libro sobre la distancia entre lo vivido y lo soñado. "You can have it all but how much do you want it", decía el primer single de Oasis. Me gusta. Me dejo llevar. Alguna vez, un buen amigo me dijo que no hablaba ni de drogas ni de religión con gente que no tuviera la madurez suficiente. ¿Debería decirse lo mismo de Proust?. Who knows. Defíname madurez, por favor.