18 de enero de 2010

El perdonazo.

Aquellos que tuvimos que bancar una adolescencia gris en los años de Pinochet, tenemos claro que el regreso de la derecha al poder no puede ser peor que eso. Imposible. Hoy, el aparato democrático y el empoderamiento ciudadano - el mismo que le dio la espalda a la Concertación y compró en efectivo todo el boicot de los medios derechistas contra la Concertación - no podría dejarnos indefensos ante la bestialidad viciosa, civil o militar.
Los ojos del mundo están sobre Chile. Soprendidos muchos. Con una cierta mueca irónica otros. Estudiándonos como ratones de laboratorio los más.

Es raro igual. Los deudos de Pinochet no tenían argumentos para volver. Si uno considera el colapso del capitalismo indiscriminado que hoy tiene a USA por el suelo, está claro que el manejo económico difícilmente será el fuerte del equipo de Piñera, cuyo liderazgo de Hacienda seguro parecerá más una glamorosa elección de reina de belleza que "real politics".
Saltémonos el tema de la cultura, por razones obvias. Sugiero quedarse con la imagen dantesca del grupo de artistas e intelectuales (sic) que almorzó con el presidente electo la semana pasada para formarse una opinión acabada. No olvide sumar al cuadro, el de-ahora-en-adelante-ubicuo semblante del Negro Piñera.

Tampoco está en esa épica carencia concertacionista de "brillo en los ojos" a la que alude Paulsen en su columna de hoy. O un extraño virus de bipolaridad, cuyo principal síntoma es la dislexia temporal, especialmente en conjugar palabras como "Venderemos", donde antes ponían "Venceremos".

Si hay razones para tener a la derecha de vuelta en el poder - tras 20 años de haberla desalojado a empujones de un palacio de gobierno saqueado hasta nivel de quincallería - habría que encontrarlas en la susceptibilidad del chileno a preferir la información rápida, sobre la información veraz. A tragarse el cuento del desencanto. A jurar que todos los males universales de la corrupción cayeron en Chile después de 1989. Y que antes, durante los años del oscurantismo, todo funcionaba sobre ruedas, nadie robaba, nadie birlaba, nadie en el aparatique prefería servirse que servir.

Eso derivó en el gran perdonazo. Fue un asunto de estado de ánimo. Tarea que el  área comunicacional del comando de Sebastián Piñera hizo de manera notable, puntual, con cálculo y empatía. No importó todo lo que ya sabíamos y supimos del candidato de la derecha. Su incontinencia empresarial, su torcido sentido de la oportunidad, la obsecuencia con los civiles del pinochetismo.
Nada.
Se le perdonó todo. Porque la sensación ambiental fue que la Concertación tenía que salir, que terminar. Se necesitaba (¿?) la alternancia.
Oh, los dioses se enojan si no ofrecemos un sacrificio de vez en cuando.
Que lógica más difícil de tragar.

Esta elección, para la historia política,  será recordada con el mismo interés con que hay que marcar el fin de la industria de la música como la conocíamos: Un día, nos despertamos y esto ya no era igual.

Si le va bien a Piñera, le va bien al país. Le va a bien a nuestros hijos, vivimos en paz, progresamos.
¿No es eso lo que todos queremos?.
Aunque para ello nos tengamos que bancar una sociedad que se empobrece (más aún) cultural e históricamente.
Pero que más da. Si hemos sido capaces, en un sagrado ejercicio democrático, de perdonarlo todo.
Que eso nos baste. ¿No?.

1 comentario:

claudio dijo...

VAMOS JULILLO parece que nos hubiesen lanzado la atomica al corazon.
EL CORAZON DEL CORAZON no se cansa jamas.
Recuerdalo; aun somos los niños valientes . Los mas nobles. Nosotros somos los niños de las verdaderas noches furiosas, las del 85 86 87. Nuestro primer deber es derrotar a la contagiosarna de la estruendosa e histerica DERROTA.
La segunda, ya tenemos edad para hacerlo, tirarle las orejas a los niñitos de la neo-democracia y sus estupidos delirios de revancha callejera.
Tercero preparar una bateria de patadas al culo a los que conviertieron nuestra modesta pero sagrada democracia en un vinacho amargo de cuarto enjuague.

ellos alla nosotros como siempre aca preparando un gigantesco ventarron.

puta que hay pega gueon y te aseguro que es realmente hermosa